viernes, 8 de junio de 2007

pasiegos peligrosos



Llegar a casa familiar, despues de mes y medio o dos sin aparecer por allí. Saludo a mis padres, hablo un rato, dejo las maletas, paso el finde, salgo con los colegas y el domingo cuando me levanto hago un colacao, mojo un sobao pasiego y disfruto del bocado, hasta que entra mi madre a la cocina, me mira y dice ¡ay, que ya no puedo hacer la tarta!

MALDICIÓN: ya no me acordaba que la tarta la hace mi madre con 8 pasiegos contaos! si está quitándole el papel a un pasiego y le rompe un pedazo pegao al papel, coge otro y lo pela mejor, pues ya no es la cuenta justa!. ¡Y quedaban justos ocho pasiegos!.

Arghhh... y me tengo que ir ya! No puedo reparar mi pecado! Inmediatamente suelto una maldición en voz baja.....Joer, ....,

Pillo el coche para enfrentarme a 450 Kms de carretera nacional con tramos de autopista, gran parte en obras, atascos veraniegos descomunales...y entre ceja y ceja la obsesión del pasiego.

El lunes, entro a trabajar, no pude desayunar, tengo un nudo en el estómago. Además tuve una horrible pesadilla: que me moría e iba al infierno, donde me aguardaba un horroroso diablo que me ataba a una silla y me ponía un enorme embudo en la boca....y llegaba con una pala y llenaba el embudo de pasiegos. Cada vez que necesitaba respirar abría la boca... y caian 12 o 15 pasiegos....arghhh...desperté en medio de la noche entre gritos.

Llega el jueves, agotado, a ver si acaba rápido la semana. Me miro al espejo por la mañana y veo un espectro demacrado, de tez pálida, con ojeras...Llevo la semana casi sin probar bocado, tengo en el trabajo una obra de envergadura y desde que me acuesto me paso horas barrenando ¡Hostia, que no guardé los tornillos, a que se los llevaron a otra obra!

El viernes se me hace largo, largo (hasta las 9 y media de la noche currando), salgo, llego a casa y decido salir a tomar una copa a Santander, a mi bar preferido.Siempre que voy tomo mi cerveza favorita y me pongo a hablar con el dueño, el último bar folk que queda en la ciudad, el último bastión.

-Pos hay una sequía de la hostia, está el Pas seco, no baja ni una gota.
-Sí, ya lo vi el otro día que pasé por allí
-Yo voy mucho, me gusta comprar los sobaos que hacen allí tradicionales.

¡¡¡Hosti, el valle del Pas!!!! ¿Cómo no se me ocurriría antes?
-Oye, y los hacen por encargo? como los pidas?
-Sí, por lo menos el que está en la curva hacia Puente Viesgo sí.

Dejo la copa pagada en la barra y salgo del bar, una idea fija ronda por mi cabeza. Nada, mejor me voy a dormir. Dormí poco ésta semana, estoy que me caigo de sueño.

De nuevo en cama, sueño que estoy llegando a mi casa familiar, entro en casa y llego a la cocina sosteniendo con gran esfuerzo un inmenso sobao pasiego, cual Atlas sosteniendo el planeta en sus vigorosos brazos, saludo a mi madre.

-Mira, mami, te traigo el pasiego
...Y lo suelto en la mesa de la cocina
Rompe la mesa hecha astillas y de repente cruje todo el edificio...se derrumba, se abre una enorme brecha en la tierra que me traga...y vuelvo a encontrarme en el infierno con ese horrible diablo que me echa a paladas sobaos por un embudo.

¡Nooooo!!!! despierto de repente, son las 8 de la mañana.-hosti, no recuerdo haber madrugao así un sábado a menos que tuviera que trabajar. Me oprimen estas cuatro paredes, voy tener que salir a dar una vuelta.

Salgo, agarro el coche y tiro millas. De ahí a un rato me doy cuenta de que voy, como un autómata, sin habermelo planteado ni reflexionado, hacia el Pas.
Aparco delante del artesano.
-Buenas ¿Hace sobaos a medida?
-Depende... ¿Qué medida?
-Un momento, que vengo ahora
Siempre llevo un metro en el coche, por costumbre, de cuando tenía que medir obras trabajando en Asturias. Llego al coche, agarro el metro, abro el maletero y mido.
-Uno ochenta y dos por uno cuarenta-le digo al pastelero cuando entro de nuevo en el local.
-Home, no, tan grandes no los hacemos, tiene que caber en el horno.
Echo un vistazo al horno, de piedra como el que tenía mi abuela para el pan, acababan de sacar una remesa.
-Vale, cuándo vengo a buscarlo?

Aquel enorme pasiego no llegaba a ocupar el ancho del maletero, pero sí andaba algo justo en el fondo, así que tuve que inclinarlo un poco para cerrar la puerta.

Jeeejejeee, que sensación de triunfo, en la radio del coche se escuchaba a todo trapo el Cantar de los Nibelungos de Wagner, apoteósica.
Llegar a casa de mis padres, decirle a mi madre:
-Te traigo un pasiego, va a ser por pasiegos! aqui lo tienes, ¿quieres que te traiga otro igual pa la semana que viene?...

Mi madre miraba aquel inmenso pasiego y no daba crédito....al rato, cuando volvió en sí repuesta de la sorpresa, va y me dice:

-"joer, a ti cualquiera te dice nada".

1 comentario:

Marga Negueruela dijo...

JAJAJAJJAJJAJJAJAJA. Diosssssssss, me has puesto los dientes largos, un pasiego de esas medidas.....UHMMMMMM, CON UN BARRIL DE CAFÉ CON LECHEEEEEEEEEE, me churroooooooo:-)

besitos marga