lunes, 4 de junio de 2007

Navegaciones y sueños


Simbad mató el candil, se metió en el lecho y buscó en sus memorias un viaje para adormecer con él, y gustaba de buscarlos muy largos y detallados, y no sabía dejar cabo suelto desde que salía al patio de casa haciendo visera con la mano, por ver cómo se levantara el mar aquella mañana, y que el viento lo peinaba, y por veces tenía que pararse, que no ajustaban en el cuento unos compañeros o una despedida, o de qué parte anclaría la nave, o un fardo estaba puesto en cubierta que no dejaba pasar cómodo a proa, y estaba media hora maquinando en aquel tropiezo o en otros, y cuando lo burlaba, entonces la nave y su sueño encontraban franca vía, y adormecía en un repente, quietecito y roncador, y si soñaba, lo que no acostumbraba, le subían los sueños en palabras a los labios, a pasearse.


Si pudiésemos verlas, de seguro que eran palabras de colores muy vestidas, espuma de la memoria que Simbad gastaba cada día, nueva y eterna espuma del mar mayor, estrellada en ondas relucientes por los vientos amigos que pasan cantando.

cies
(A. Cunqueiro: "Se o vello Sinbad volvese ás illas")

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