lunes, 28 de mayo de 2007

Sirenas memorantes


-Yo quisiera escuchar sirenas más nobles, de las que solamente una palabra es la tempestad, dos la locura y tres la muerte-dijo Alción.


-En mi país-dijo el cirenaico Antístenes- las hay, en las costas bajas, que te engalanan con tus días infantiles. Te preguntan si te acuerdas cómo eras cuando tenías diez años, y te hacen ver tu figura corriendo, pellizcando un racimo de uvas. ¿Y cuando tenías siete? ¿Y cuando tenías tres? Y así hasta el día que naciste, y entonces curioso quieres ver, y oyes un gran lloro, y eres muerto. Los que encuentran tu cadáver, aunque tengas cincuenta años en la ocasión, comprueban que no te han atado el cordón y que no tienes ombligo (...)... Y se sabe así que has muerto de sirena memorante.


(Álvaro Cunqueiro: Las mocedades de Ulises).


sábado, 26 de mayo de 2007

PUNTOS DE INFLEXIÓN

No se si os fijásteis alguna vez, pero la historia, a la vez que tiene fuerzas irresistibles, (fenómenos que ocurren en cierto momento, pero si no ocurrieran en ese momento ocurrirían poco después inevitablemente) tiene tambien puntos de inflexión.

Le llamo punto de inflexión a un hecho, una acción casual, una decisión puntual, que cambia totalmente el curso de la historia, que si no ocurriese, el mundo o la parte que consideramos, sería totalmente diferente.

por ejemplo: si no estuviera el muro de 300 espartanos en las termópilas ¿llegaríamos a saber algo de la democracia griega, del clasicismo? ¿qué conoceríamos de Sócrates? No habría ningún obstáculo en toda Europa a las satrapías persas, ¿cuánto duraría ese sistema político? ¿cómo evolucionaría?.... Probablemente el mundo sería totalmente distinto.

Un caso más familiar y más cercano: Julio César era uno de tantisimos cónsules que había repartidos por la Gallia Togata, es decir, por la parte de la Galia influenciada culturalmente por los romanos y el ámbito mediterraneo. Pues bien, cuando estaba de cónsul en esas provincias, recibió a un cónsul helvecio (galo de la actual suiza) pidiendo permiso para desplazar su pueblo a través de la Galia Togata hasta el occidente galo donde se querían asentar. les dio permiso de paso.

El Julio César estratega se dio cuenta de que si atacaba a los helvecios, tendría un sustancioso botín, ya que éstos estaban pasando pacíficamente con sus familias y sus posesiones muebles.

sin pestañear ordenó el ataque. El botín fue tan sustancioso que desde aquel momento cualquier legionario romano aspiraba a luchar a sus órdenes.

Desde ese momento el ascenso de Julio César fue imparable.

Dada la situación de la Galia, la zona no romanizada tenía que caer inevitablemente, antes o después, la "Gallia comata" (literalmente Galia de los peludos o de los melenudos, es decir, de los bárbaros).

No obstante en la guerra de las Galias hubo 2 circunstancias que marcaron el rumbo de los acontecimientos.

cuando César se ausentó de la Galia para resolver en Roma las disputas por el poder, se produjo la gran rebelión, Vercingetorix (literalmente: el gran rey de los cien combates) se erigió jefe de todas las tribus. Pues bien, este jefe arverno demostró impecablemente sus dotes de buen estratega practicando la estrategia de la "tierra quemada" a la par de atacar las fuentes de suministro romanas, hubo un momento en la guerra que las fuerzas romanas estaban mermadas, sin alimentos. Faltaba seguir la estrategia: desalojar y quemar Alesia.

Pero Alesia además de ciudad era santuario. Un escrúpulo religioso impidió a Vercingetorix arrasar Alesia así que decidió fortificarse en ella.
Cuando llegaron allí las legiones, estaban en una situación desesperada: o tomaban Alesia o morían de inanición. De nuevo la estrategia de César tuvo sus efectos: sitió Alesia pero cavando dos fosos alrededor para impedir tanto la llegada de refuerzos como el ataque de los fortificados, de manera que pudiese tener tranquilidad para reestructurar la logística. El resto era cuestión de tiempo. La toma de Alesia significó el triunfo romano y la salida a la situación crítica que estaban padeciendo las legiones.


El otro punto de inflexión fue aún más caprichoso, por asi decirlo. Fue durante la rebelión de los Vénetos.
Los Vénetos eran un pueblo galo marítimo que tenía la mejor flota del atlántico, que se enfrentó a las galeras romanas. En esa batalla los vénetos tenían más y mejores barcos, embarcaciones recias que portaban velas de lino que las cambiaban por velas de cuero en los temporales.

Pero he ahí que durante la batalla... se paró el viento! calma total!
La táctica de Julio César fue usar la potencia de los remeros, acercarse a los barcos vénetos que no tenían remos y lanzarles garfios con cuerdas para desarbolarlos, finalmente proyectiles incendiarios. Fue el final de los vénetos como flota y como pueblo. La represión posterior no dejó supervivientes.

miércoles, 23 de mayo de 2007

Platica de mares arábigos que hizo Simbad en Chipre a los pilotos griegos, según fue recogida por Teotikes Papadopulos de Esmirna

Fragmento de "Se o vello Sinbad volvese ás illas" de Álvaro cunqueiro.

Los mares arábigos tienen forma de higo verdal, y de rabo de higo semejante al golfo, y el higo esta acostado con el eje N.N.W: a S.S.E., que es la isla de Java. La isla de Java no se encontró antes de los arábigos porque juntándose en sus riberas el culo de los mares de los árabes con la cabeza de los mares de los chinos, se hace allí mismo una gran barra que en las mareas llenas- que es cuando se puede pasar las barras por las corrientes del norte- meten mucho mar por debajo de tierra buscando por capas unas aguas someter a las otras, y con esto levantan entre las 2 mareas a Java en el aire, y muchos pasaron por debajo creyendo que era una nube oscura y era Java. Hasta que llegó mustafá al Ormuzí y estudio el fenómeno por anteojo y por empírico, amarró en una peña del cabo oeste de Java y aguardo a que llegaran las mareas agustinas, que son las que mas fácil ponen la isla de Java en el aire, y la isla se levantó y el barco de Mustafá estuvo colgado de ella casi una hora, y pudo ver como es Java por debajo, que son unas peñas coloradas llenas de cangrejos, y quedan paredes de una casa que hubo allí y que no se sabe quien la hizo. Ahora se opina en Bolanda que pudo ser una antípoda y quizás asome Java por el otro extremo del planeta.
El sur propio de los mares arábigos es el mar de Melinde, más allá de las Cotovías. Todos éstos lugares están en polémica, si los hay o no los hay, que la ciencia dice que estando cuesta abajo como deben estar, caerían en las cascadas del finismaris. Yo soy del bando de que hay cotovías en Melinde, y aún que me hayan probado que estuve en las primeras por espejismo, y la figura luminosa pueda corresponder no con un país que haya y se refleje sino que pueda estar leyendo con lupa uno cualquiera un libro con láminas, y dar a la lámina en la luz mayor de la lupa y esta desviarla a una punta del arco iris, pongo por caso, y como si la bebiese por paja, subir la imagen por todo el arco y caer otra vez en el mar; digo que, aunque esto fuese, la lámina correspondería a unas islas verdaderas, todo lo que se puede decir de las cotovías es que no se sabe donde están posadas, pero haberlas haylas. Melinde es un reino en el fondal del mar, y está puesto en cuesta arriba, mismo delante de la bajada del mar, y así las cascadas no lo mojan, y así los barcos de Melinde salen del país dejándose caer por un raíl de madera de roble, muy engrasado, y con el impulso remontan la cuesta del mar; entrar en Melinde es más fácil y todo pende de la puntería de tomar el canal susodicho. Los griegos podrían comprar en Melinde oro en papel, cuchufletas muy gustosas, ojos de cristal y enanos negros, para el teñido. Estos enanos echados en una colada, tiñen de negro toda la ropa que se tiñe con ellos; ellos van aclarando poco a poco, pero se trae otro negro y se cuece algo con el, y toma de nuevo la tinta. En Melinde hay estudios de náutica por geometría, y allí cuadra el circulo y duplica el cubo, y en ninguna otra escuela.

Gutor, Babarón, y Trapobana son 3 islas que no hay, y están entre Bengala e isla Java. Gutor nunca se vió, y no se sabe quién la bautizó, pero a 80 leguas de Kambetún hay que dar una virada a S.E. para pasarla y los que se ríen de nosotros los señores pilotos de arabia, por hacer esta reverencia, no se percatan de que no habrá isla, pero hay nombre y el erre en que termina es rasgueado, y podrá no chocar uno contra la isla, pero puede perderse contra el nombre que ese nadie lo niega. Babarón es la una isla que está escondida. Se escondió ella misma, en una badía bengalí, por jugar con el primer piloto de los arábigos, Sidi Abdalá Altanabi, y cayó su escondite en la salida de un río muy herboso, y crecieron alrededor de ella hierbas y juncos hasta ceñirla de todo, y ahora esta allí presa y no puede volver a su asiento. Bastarían 10 hombres con hoces en una mañana para soltarla, pero nadie osa, que bajando la isla a la Malaca, haría verter el mar y muchas villas que ahora hay quedarían bajo las aguas. Pero eso sí: a Babarón tambien se le respeta su sitio en el mar, y cada 7 años para interrumpir la posesión los pilotos tenemos que ensayar que llegamos a Babarón y traficamos. Se hace una fiesta en el mar y se tiran cohetes. Trapobana no es que propiamente no la haya; lo que pasa es que es navegante, y hoy está aquí y mañana allá, y si vas con tu barco y ella está fuera de su sitio en el mapa, se aparta y tan rápido casi siempre que ni se llega a ver excepto de noche que da luces; no incomoda nada en el mar la isla Trapobana. Pero si vas con tu barco y te metes donde dice el mapa que cae viene ella y se pone en su sitio, y entonces embarrancas, y se han dado casos que naves que ya iban tan metidas en el asiento de Trapobana, y la isla no las había visto porque, pongo por caso habia niebla temprana, que viniendo Trapobana a asentarse rápida al darse cuenta, aparecieron en las cumbres de los montes, o en la plaza de una villa, o en alguna arrocera, y entonces el rey de Trapobana se queda con todo lo que lleva el barco y manda azotar al piloto. Así que hay que navegar entre Columbo y Malaca como si la isla Trapobana estuviese en su sitio con un farol encendido.
Otro país que no hay es la isla Novena, que coincide con el mar de la China al naciente. Dicen que fue una nube que iba baja y se mojó en el mar, y al mojarse , cargada de agua salada, no pudo remontar. Entonces, mientras quedó deshumidándose le fueron naciendo corales en la panza, y ahora, por el peso, no despega y solo se balancea un poco. Alguna semilla que voló y polvo de las llanuras chinas cayeron en ella, y hay ahora alguna hierba, y perejil como en tejado, y musgo mucho, que hace prados. Yendo al trato moluco, la pasamos por el sur, y es muy hermosa, blancuzca con las manchas verdes de las musgueras, y cuando al amanecer y a la tarde le da el sol escorado entonces se enrojece. Y se cuenta que más de uno que no fue a escuelas arábigas que se enseña que no es tierra la isla Novena, pensó haber dado al alba de un día de fortuna con la isla Rubí – que dicho sea de paso tampoco existe –, y brincó a tierra que no era, y se hundió en la nube y por la nube cayó al agua y no se volvió a saber de él.
Los mares arábigos piden conversación y les es igual cualquier lengua. ¡ ni que tuviesen diccionarios! En la mayoría de barcos arábigos hay en el palo un cesto, en el que va uno leyendo historias en voz alta durante todo el viaje, y hay que tener mucho cuidado que la historia no salga un mar del que se diga una broma, o un mote, porque por levantar una arfada se perdió una galera en la que iba un mozo muy apreciado, que entonces los otros mares comienzan a darle con el codo al aludido y se arman grandes disputas, y sueltan los vientos, que son como los perros de los mares, y más de un barco se ha perdido por leerse en su palo algo que no se debería, y si se salva, se queda enemigo de aquel mar.
Lo mejor es leer de religión, de capadura de camellos, de cocina de gallina, y de clases de maderas, y de modas de sombreros, y de eunucos. ¡ mucho chiste le hacen al mar los eunucos!
El mejor tiempo de navegar por el mar es después del monzón cuando las aguas tiran a verde y llegan de oeste las aves que huyeron de las lluvias. Los mares están tumbados al sol cantando en voz baja. Reconocen los turbantes de los gloriosos pilotos de Alah, y les mandan una ola espumosa de saludo a los valerosos que vuelven a las osadas navegaciones. Yo siempre le llevo algún regalo al mar, ya sea fruta o un manojo de paja, o una pechuga de faisán o un clavo de plata con el nombre de mi barco en la cabeza... lo que no le gusta nada al mar es que lave en él sus pies el piloto. Le parece demasiada intimidad.

En el mar hay que estar siempre como en visita.....

miércoles, 16 de mayo de 2007

Canto del bardo Amerghin hijo de Milé entonado al posar el pie derecho en Eire.

Yo soy el viento que sopla sobre las aguas;
Yo soy la ola del océano;
Yo soy el murmullo de las olas;
Yo soy el buey de los siete combates; Yo soy el buitre en la montaña;
Yo soy una lágrima del sol;
Yo soy la más hermosa de las plantas;

Yo soy un valiente jabalí salvaje.
Yo soy un salmón en el agua.
Yo soy un lago de la llanura.
Yo soy la palabra certera;
Yo soy la lanza que hiere en la batalla;

Yo soy el dios que crea o forma
en la cabeza del hombre
el fuego del pensamiento.

¿Quién es el que ilumina la asamblea en la montaña,
si no yo?
¿Quién conoce las edades de la luna,
si no yo?
¿Quién muestra el lugar dónde el sol va a descansar
si no yo?
¿Quién llama al ganado de la Casa de Tethra?
¿A quién sonríe el ganado de Tethra?
¿Por qué es el dios que forma encantamientos -
- el encantamiento de la batalla y el viento del cambio?

De héroes y hombres

Ophiusa,

tierra agreste,
indómita, salvaje,
con sus brumas perpetuas,
con sus terribles temporales
y sus espumosas olas
embatiendo los colosales peñascos
de los cantiles.

Dime,
caro bardo
de donde proceden nuestros ancestros?
-Una extraña gente
de la Hyperbórea
se cansaron de vivir entre hielos
en aquellos desoladores parajes
y un día
decidieron seguir el sol.
Su largo peregrinaje
acabó cuando llegaron al abismo
al final del mundo;
allí contemplaron
cómo el sol se hundía en las aguas
y se quedaron extasiados
habían llegado al final
al límite
que solamente se puede trascender
en forma de alma pura
así que decidieron
quedarse allí
hasta que les tocara el momento
de seguir más allá
tras las brisas marinas
tras las estelas de las olas
tras el vuelo de las aves
........................................................
En aquellas frías noches de invierno
se asomaban los héroes al acantilado,
para contemplar por última vez
aquellos diminutos puntos de luz
como luciérnagas
¡Las ánimas de sus seres caros!

-"No es bueno
que se vayan sin rumbo
sin recordar a los que quedamos.
Levantemos una torre
y encima de la torre un fuego perpetuo",
Aquellas palabras de compasión
pronunció Breoghan el valeroso
enternecido por la tan triste y silenciosa marcha
de aquellas desamparadas almas viajeras.

La torre de Breoghan
desafiaba en la cima del cantil
a los vientos
a las terribles galernas
a la furia del océano

¡No intimidaban los elementos
al insigne soñador Ith hijo de Breoghan!
que pasaba las noches
alimentando el fuego del faro
combatiendo el soplo del viento
que llevaba, furioso
una miríada de minúsculas gotas de salitre.

¡Taranes!, ¡Sígueme lanzando rayos!;
¡Poderoso dios que tanto das la vida como destruyes a los hombres!
que en esta noche tan oscura
deseo alcanzar el horizonte con la vista,
quiero, antes que nadie, descubrir
que mi amada vuelve del otro mundo...
¡O me llama, para partir con ella!

Así pasaron incontables noches
y las estaciones se sucedieron unas a las otras,
pero una noche de invierno
silenciosa, fría, tétrica
se despertó Ith de repente
se había quedado dormido en el faro
había dejado apagarse el fuego.

Disgustado, restregándose los ojos
se dio cuenta de que no se oía nada
ni el mar, ni las gaviotas
y esa extraña luz que lo envolvía todo,
pálida, blanquecina, del color de la muerte
"si hoy no sale la luna" dijo para sus adentros.

Algunos dicen que la vió por vez primera
cuando se asomó al borde para coger la antorcha
allá, en el horizonte marino,
se veía un fulgor... como un amanecer
y, recortada, la silueta de una isla a contraluz,
la reconoció de inmediato, la había visto en sueños:
era Tir'na nog, la tierra del más allá;
el destino de las ánimas
El destino de su amada.

"Ea, no esperaré aquí
a que me toque partir
ya he esperado bastante;
construiré un barco
y navegaré al otro lado"

Estas palabras cantan los bardos
desde que las pronunció
el intrépido y temerario Ith,
el primero de los muchos esforzados pilotos del atlántico
que llevaron su nombre y su memoria a las islas
al otro lado del mar.


"Ith se embarcó junto con tres veces treinta guerreros y se hizo a la vela hacia el país desconocido cuya existencia le había sido revelada por su penetrante vista"