![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjitiB7rspC3UNQCb16D4Mnn7MQ9iIDJhFF4UGbYFxL6AwbMbgIWmnIpbJ4Y9up_A-l4q-KJVzrTslOymxCAFy3eXkAtew89mUCbMex5jEN33sRI2691BQIxX_4M7puEjAg-4bZ9kXoCLYG/s320/sirena.jpeg)
-Yo quisiera escuchar sirenas más nobles, de las que solamente una palabra es la tempestad, dos la locura y tres la muerte-dijo Alción.
-En mi país-dijo el cirenaico Antístenes- las hay, en las costas bajas, que te engalanan con tus días infantiles. Te preguntan si te acuerdas cómo eras cuando tenías diez años, y te hacen ver tu figura corriendo, pellizcando un racimo de uvas. ¿Y cuando tenías siete? ¿Y cuando tenías tres? Y así hasta el día que naciste, y entonces curioso quieres ver, y oyes un gran lloro, y eres muerto. Los que encuentran tu cadáver, aunque tengas cincuenta años en la ocasión, comprueban que no te han atado el cordón y que no tienes ombligo (...)... Y se sabe así que has muerto de sirena memorante.
(Álvaro Cunqueiro: Las mocedades de Ulises).
No hay comentarios:
Publicar un comentario