miércoles, 23 de mayo de 2007

Platica de mares arábigos que hizo Simbad en Chipre a los pilotos griegos, según fue recogida por Teotikes Papadopulos de Esmirna

Fragmento de "Se o vello Sinbad volvese ás illas" de Álvaro cunqueiro.

Los mares arábigos tienen forma de higo verdal, y de rabo de higo semejante al golfo, y el higo esta acostado con el eje N.N.W: a S.S.E., que es la isla de Java. La isla de Java no se encontró antes de los arábigos porque juntándose en sus riberas el culo de los mares de los árabes con la cabeza de los mares de los chinos, se hace allí mismo una gran barra que en las mareas llenas- que es cuando se puede pasar las barras por las corrientes del norte- meten mucho mar por debajo de tierra buscando por capas unas aguas someter a las otras, y con esto levantan entre las 2 mareas a Java en el aire, y muchos pasaron por debajo creyendo que era una nube oscura y era Java. Hasta que llegó mustafá al Ormuzí y estudio el fenómeno por anteojo y por empírico, amarró en una peña del cabo oeste de Java y aguardo a que llegaran las mareas agustinas, que son las que mas fácil ponen la isla de Java en el aire, y la isla se levantó y el barco de Mustafá estuvo colgado de ella casi una hora, y pudo ver como es Java por debajo, que son unas peñas coloradas llenas de cangrejos, y quedan paredes de una casa que hubo allí y que no se sabe quien la hizo. Ahora se opina en Bolanda que pudo ser una antípoda y quizás asome Java por el otro extremo del planeta.
El sur propio de los mares arábigos es el mar de Melinde, más allá de las Cotovías. Todos éstos lugares están en polémica, si los hay o no los hay, que la ciencia dice que estando cuesta abajo como deben estar, caerían en las cascadas del finismaris. Yo soy del bando de que hay cotovías en Melinde, y aún que me hayan probado que estuve en las primeras por espejismo, y la figura luminosa pueda corresponder no con un país que haya y se refleje sino que pueda estar leyendo con lupa uno cualquiera un libro con láminas, y dar a la lámina en la luz mayor de la lupa y esta desviarla a una punta del arco iris, pongo por caso, y como si la bebiese por paja, subir la imagen por todo el arco y caer otra vez en el mar; digo que, aunque esto fuese, la lámina correspondería a unas islas verdaderas, todo lo que se puede decir de las cotovías es que no se sabe donde están posadas, pero haberlas haylas. Melinde es un reino en el fondal del mar, y está puesto en cuesta arriba, mismo delante de la bajada del mar, y así las cascadas no lo mojan, y así los barcos de Melinde salen del país dejándose caer por un raíl de madera de roble, muy engrasado, y con el impulso remontan la cuesta del mar; entrar en Melinde es más fácil y todo pende de la puntería de tomar el canal susodicho. Los griegos podrían comprar en Melinde oro en papel, cuchufletas muy gustosas, ojos de cristal y enanos negros, para el teñido. Estos enanos echados en una colada, tiñen de negro toda la ropa que se tiñe con ellos; ellos van aclarando poco a poco, pero se trae otro negro y se cuece algo con el, y toma de nuevo la tinta. En Melinde hay estudios de náutica por geometría, y allí cuadra el circulo y duplica el cubo, y en ninguna otra escuela.

Gutor, Babarón, y Trapobana son 3 islas que no hay, y están entre Bengala e isla Java. Gutor nunca se vió, y no se sabe quién la bautizó, pero a 80 leguas de Kambetún hay que dar una virada a S.E. para pasarla y los que se ríen de nosotros los señores pilotos de arabia, por hacer esta reverencia, no se percatan de que no habrá isla, pero hay nombre y el erre en que termina es rasgueado, y podrá no chocar uno contra la isla, pero puede perderse contra el nombre que ese nadie lo niega. Babarón es la una isla que está escondida. Se escondió ella misma, en una badía bengalí, por jugar con el primer piloto de los arábigos, Sidi Abdalá Altanabi, y cayó su escondite en la salida de un río muy herboso, y crecieron alrededor de ella hierbas y juncos hasta ceñirla de todo, y ahora esta allí presa y no puede volver a su asiento. Bastarían 10 hombres con hoces en una mañana para soltarla, pero nadie osa, que bajando la isla a la Malaca, haría verter el mar y muchas villas que ahora hay quedarían bajo las aguas. Pero eso sí: a Babarón tambien se le respeta su sitio en el mar, y cada 7 años para interrumpir la posesión los pilotos tenemos que ensayar que llegamos a Babarón y traficamos. Se hace una fiesta en el mar y se tiran cohetes. Trapobana no es que propiamente no la haya; lo que pasa es que es navegante, y hoy está aquí y mañana allá, y si vas con tu barco y ella está fuera de su sitio en el mapa, se aparta y tan rápido casi siempre que ni se llega a ver excepto de noche que da luces; no incomoda nada en el mar la isla Trapobana. Pero si vas con tu barco y te metes donde dice el mapa que cae viene ella y se pone en su sitio, y entonces embarrancas, y se han dado casos que naves que ya iban tan metidas en el asiento de Trapobana, y la isla no las había visto porque, pongo por caso habia niebla temprana, que viniendo Trapobana a asentarse rápida al darse cuenta, aparecieron en las cumbres de los montes, o en la plaza de una villa, o en alguna arrocera, y entonces el rey de Trapobana se queda con todo lo que lleva el barco y manda azotar al piloto. Así que hay que navegar entre Columbo y Malaca como si la isla Trapobana estuviese en su sitio con un farol encendido.
Otro país que no hay es la isla Novena, que coincide con el mar de la China al naciente. Dicen que fue una nube que iba baja y se mojó en el mar, y al mojarse , cargada de agua salada, no pudo remontar. Entonces, mientras quedó deshumidándose le fueron naciendo corales en la panza, y ahora, por el peso, no despega y solo se balancea un poco. Alguna semilla que voló y polvo de las llanuras chinas cayeron en ella, y hay ahora alguna hierba, y perejil como en tejado, y musgo mucho, que hace prados. Yendo al trato moluco, la pasamos por el sur, y es muy hermosa, blancuzca con las manchas verdes de las musgueras, y cuando al amanecer y a la tarde le da el sol escorado entonces se enrojece. Y se cuenta que más de uno que no fue a escuelas arábigas que se enseña que no es tierra la isla Novena, pensó haber dado al alba de un día de fortuna con la isla Rubí – que dicho sea de paso tampoco existe –, y brincó a tierra que no era, y se hundió en la nube y por la nube cayó al agua y no se volvió a saber de él.
Los mares arábigos piden conversación y les es igual cualquier lengua. ¡ ni que tuviesen diccionarios! En la mayoría de barcos arábigos hay en el palo un cesto, en el que va uno leyendo historias en voz alta durante todo el viaje, y hay que tener mucho cuidado que la historia no salga un mar del que se diga una broma, o un mote, porque por levantar una arfada se perdió una galera en la que iba un mozo muy apreciado, que entonces los otros mares comienzan a darle con el codo al aludido y se arman grandes disputas, y sueltan los vientos, que son como los perros de los mares, y más de un barco se ha perdido por leerse en su palo algo que no se debería, y si se salva, se queda enemigo de aquel mar.
Lo mejor es leer de religión, de capadura de camellos, de cocina de gallina, y de clases de maderas, y de modas de sombreros, y de eunucos. ¡ mucho chiste le hacen al mar los eunucos!
El mejor tiempo de navegar por el mar es después del monzón cuando las aguas tiran a verde y llegan de oeste las aves que huyeron de las lluvias. Los mares están tumbados al sol cantando en voz baja. Reconocen los turbantes de los gloriosos pilotos de Alah, y les mandan una ola espumosa de saludo a los valerosos que vuelven a las osadas navegaciones. Yo siempre le llevo algún regalo al mar, ya sea fruta o un manojo de paja, o una pechuga de faisán o un clavo de plata con el nombre de mi barco en la cabeza... lo que no le gusta nada al mar es que lave en él sus pies el piloto. Le parece demasiada intimidad.

En el mar hay que estar siempre como en visita.....

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